sábado, 18 de abril de 2009

La Oración

LA ORACIÓN

1. ¿Qué es la oración?

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Heb. 11:6).

"Buscar" a Dios es esforzarse por entender más plenamente su carácter y su voluntad para los hombres; significa un deseo ferviente de entender a Dios y llegar a ser como él en pensamiento y carácter. Esto se logra por medio de la oración perseverante. La oración es una plática constante con Dios.

La comunión con Dios que consiste generalmente en alabanza, gratitud y/o súplica.

La oración presupone la fe de que Dios existe, oye, se interesa y "es galardonador de los que le buscan" (He. 11:6).
Supone que existe una relación correcta entre el suplicante y su Creador, o que debe restaurarse dicha relación.
Idealmente, la oración es una expresión del alma hacia Dios que manifiesta amor y aprecio, el deseo de la conducción divina, la confesión del pecado o pedidos específicos.

2. ¿Cuál es el propósito de la oración?

Su propósito no es tanto producir un cambio en el Señor como en el suplicante, y condicionar su mente y su vida para que Dios pueda realizar su voluntad de bien en él y por él.
La oración se hace porque se pide para recibir un beneficio especial (Luc. 1:13; Rom. 10:1; Fil. 1:19.).
La oración se hace porque suple necesidades físicas y espirituales del creyente, principalmente buscando salvación en Jesús (Mat. 21:13; Luc. 6:12; Hech, 1:14)


13 y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.





· La fe es un ingrediente esencial de la oración (Mat. 21:21, 22).



21 Respondiendo Jesús, des dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no sólo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho.
22 Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.


· Mediante las parábolas del amigo que llamó a medianoche (Luc. 11:5-13) y la del juez injusto (18:1-8), nuestro Señor enfatiza la importancia de la persistencia, la perseverancia y el fervor en la oración.


· Las relaciones correctas en el hogar son importantes para que las "oraciones no tengan estorbo" (1 P. 3:7).
· Un espíritu perdonador es esencial para el perdón de los propios pecados (Mat. 6:14, 15).

14 Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;
15 mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.

· La humildad también es un ingrediente esencial (Luc. 18:10, 11).
· La oración ha de ser ofrecida a Dios en el nombre de Cristo (Juan. 14:13, 14).

3. ¿Hemos orado por las razones correctas?

· Las motivadas por el egoísmo no pueden ser contestadas (Sant.. 4:3).

3 Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.

Las respuestas a la oración dependen tanto de la naturaleza de lo que se pide como del espíritu con que se pide (Luc. 11: 9).

Oramos mal o "equivocadamente"; "con malos propósitos", cuando los motivos son indebidos o con propósitos erróneos. El que ora sin la determinación de proceder de acuerdo con la voluntad de Dios, está orando "mal" (1 Juan 5:14).

Las oraciones hechas con alevosía y ventaja no son contestadas porque lo que se pide es para usarlo en la complacencia propia. Dios no puede contestar tales oraciones, aun cuando se pidan cosas que son buenas de por sí.

· Dios no escucha las oraciones de los que deliberadamente le desobedecen, o que tienen el propósito de desobedecerlo (Prov. 15:29; 28:9).



· En vista de que la oración refleja la conciencia de la necesidad y la fe en el poder de Dios de suplir lo que hace falta, él a menudo hace por nosotros, como resultado de ella, lo que de otro modo no haría.
· Algunas personas "no tienen" porque "no piden" (Sant. 4:2).

3. ¿Cómo son nuestras oraciones?

· La oración debe ser sencilla y no ostentosa (Mat. 6:5-7).

5 Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.
6 Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
7 Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.

· Para que sea respondida es esencial que el pedido esté en armonía con la voluntad de Dios.
· El suplicante debería orar según el ejemplo de Cristo: "Pero no sea como yo quiero, sino como tú" (26:39). "Si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye" (1 Juan. 5:14).


· Demasiado a menudo "qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles" (Rom. 8:26).

26 Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.

Debido al ofuscamiento de nuestra visión humana limitada, no sabemos si la bendición que pedimos será lo mejor para nosotros. Sólo Dios sabe el fin desde el principio; por lo tanto, en nuestras oraciones siempre debiéramos expresar nuestra sumisión completa a la voluntad divina para nosotros. Jesús dio el ejemplo en esto, cuando oró: "Pero no sea como yo quiero, sino como tú" (Mat. 26: 39; Juan 12: 27-28).

La obra del Espíritu Santo es impulsarnos a orar, enseñarnos lo que debemos decir y aun hablar por medio de nosotros (Mat. 10: 19-20; Rom. 8: 15; Gál. 4: 6; PVGM 113).


· Se sugiere orar con salmos (Sal. 17; 86; 90; 102).


4. ¿Para qué debemos orar?

· Se deben ofrecer oraciones especiales por los enfermos (Sant. 5:14, 15), con sinceridad de corazón, con la fe sencilla de que, en su propio tiempo y manera, Dios proveerá lo que sea mejor.

14 ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor.
15 Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados.

Aunque debemos "orar siempre, no desmayar" (Luc. 18: 1), debiéramos sentir una necesidad mayor de oración cuando estamos enfermos. Con frecuencia la esperanza y la confianza se debilitan e medio de la aflicción física. Por eso, Cristo quiere que sus siervos impartan su bálsamo sanador y su amor reconfortante. La oración genuina es una manifestación del esfuerzo humano para comprender el plan de Dios para cooperar con ese plan (Mat 6: 8; Luc. 11: 9).


· Así, él puede atender nuestro pedido o negarlo; y puede proveer algo mejor o hacernos esperar la respuesta hasta una mejor ocasión.

· En la oración intercesora de Cristo, en la noche de su traición (Juan. 17), oró por la unidad de los discípulos y porque tuvieran fuerzas para vivir en el mundo sin ser influidos por él (Juan 17:15, 22).
· La más conocida es la oración modelo que Cristo enseñó a sus discípulos: el Padrenuestro. Aunque es breve, abarca las necesidades y aspiraciones básicas del creyente devoto (Mat. 6:9-13; Luc. 11:2-4

9 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
10 Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
11 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
12 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.
13 Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.



Reflexión

¿Hemos orado por las razones correctas? ¿Cuándo debemos orar? ¿Por qué debemos orar?





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